domingo, 20 de noviembre de 2011

Abriré mis ojos..

Ya casi está en órbita el nuevo invento de Paolo Vasile. El cristal de las mentiras quiere revolucionar la parrilla televisiva con un programa que gustará más o menos, pero que dará que hablar: `El comecocos´. En uno de los púlpitos televisivos donde más injurias se vierten por minuto vienen a `enseñarnos´ a hablar. `Atentos padres, madres y profesores de todas las categorías´ decía la insolente Mercedes Milá en una entrevista para que nos sentemos a ver lo que se debe hacer para cambiar la enseñanza.

Morderse la lengua es insano, contraproducente, antinatural y hasta físicamente improductivo, de modo que no lo voy a hacer. Además, hay que hablar, que a esto vienen. Voy a empezar por donde pueda pero el título es horrendamente sarcástico. Si estamos fomentando que la oratoria es beneficiosa para nuestros estudiantes, si es necesaria –con lo cual coincido y da pena ver el caso contrario- olvidémonos de títulos de este calibre que vienen a considerar la oratoria, el discurso y la palabra como una forma de `comer el coco´ a alguien. Ocurre que la dinámica es tan perversa que se normaliza. La inercia en la que cae la cadena, el sonambulismo al que nos castiga, y la tendencia secular de los televidentes somete a un profundo insomnio nuestra conciencia, pero a le vez nuestra dignidad. Lo creemos todo porque nos `comen el coco´ con una magistral perversión que roza el protocolo perfecto de la mejor de las doctrinas. Pero no basta con ello, ahora vamos a entrenar a los `elegidos´ con el beneplácito de todos para que vean que esto de persuadir es bueno, solo lo hacen los elegidos y además es lógico creérselo. La espiral, pensada y analizada con frialdad es despiadadamente inteligente y suspicaz.

Y para adornar el pastel se sienta en la mesa del jurado la presentadora de la televisión que camufla tropezones con espontaneidad, que destroza la castellana lengua con su denostada impulsividad. Me viene a la mente ese muñequito implacable comiendo y comiendo, con ese ruidito monótono de fondo, comiendo y comiendo, y viendo lo inevitable de su camino, y comiendo y comiendo, moviendo la maquinita sin poder quitarle los ojos a la pantalla, y comiendo y comiendo. Yo no digo que estén haciendo cantera, que hayan comenzado a montar la fábrica en un circo romano, yo no digo que allí se elaboren los nuevos colaboradores para reciclar los quemados modelos callejeros, yo no digo que sea la particular facultad de periodismo de Mediaset, yo no digo más que lo que leen. Las palabras eran mias hasta que las compartí,. Las opiniones, siempre son de quien las piensa.

Tenemos que saber hacer muchas cosas, y nos quieren enseñar a hacer más. Pero me pregunto, desde mi ignorancia, desde mi frontón particular: ¿Quién nos va a enseñar a escuchar, a pensar, a criticar, a analizar? ¿y a ser persona? ¿Por qué no nos enseñan nada de eso?, quizás no interese demasiado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece muy acertado lo que dices. Todo es una burda parodia de lo que significa el verdadero debate e intercambio de ideas, vestido de espectáculo. Me da la impresión de que preocupados por lo que está ocurriendo en la calle, las reuniones de personas preocupadas por nuestro futuro reclamando sus derechos, quieren comprar/fagocitar ese movimiento solamente en lo superficial, la iconografía, el gesto (como ya están haciendo las compañías de teléfonos) para acercarse a ese espectro de la sociedad. Hay que adoptar los modos de ese nicho de mercado para atraer usuarios de telebasura. Y al mismo tiempo, sibilinamente se dedican a despreciar el verdadero debate, haciendo hincapié en la persuasión, el sentimentalismo, usando ese título (comecocos), y haciendo comentarios despreciativos a la comunicación en redes sociales. No veo más que la patética imagen de un gigante (el de los medios usuales de desinformación), intentando patéticamente mantenerse a flote. Conmigo, que no cuenten.