lunes, 16 de noviembre de 2009

En busca del principio

Postrado en la penuria de una soledad impuesta la vida tiene un rostro permanente que viola mi percepción divina de ella. Cuando se destruyen los idilios se tambalea la verdad, el miedo es dueño y señor de los tiempos y tiembla el pulso del omnipotente y poderoso orgullo. Estoy febril y solo encuentro una explicación para ello. Estoy perdiendo el compás de los pasos, retuerzo la mirada creyendo a aquellos ministros elegantes con riendas de lo absurdo que omiten las verdades. Me empiezo a preocupar y todo tiene un cariz distinto, estoy perdiendo la razón y el co-razón. Me preocupa más lo segundo, quizás sea directamente proporcional, pero he llegado a la conclusión de que me faltas tú, y eso es lo único que he logrado discernir para volver al principio.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Secretos de inspiración

Paseando por las bitácoras de costumbre me he llevado una desilusión, un escalofrío que me intranquiliza. Hay quienes opinan que ha fallecido la inspiración, la suya propia, vamos. Yo me niego a creerlo y afirmo con la seguridad de quien ha leído auténticas maravillas que es imposible. En la infinita luz de los ojos de tu hijo está la llave que has perdido, pero detrás de la puerta que se cerró con algún viento inoportuno siguen todas las mariposas que vienen cada mañana a tomar café contigo y a contarte aquello que transformas en letras magistralmente encadenadas en una prosa envidiable.
Esta tarde mientras corría, con el pensamiento único y martilleante, de quien ha visto fallecer el cuerpo y pervivir por siempre el sentimiento, me costaba respirar imaginando que pudiésemos perder la inspiración por siempre. Me parece imposible el fallecimiento de la inspiración. Es inmortal, o eso quiero creer. Lo que ocurre es que a veces juega como un niño a esconderse entre las sábanas, entre las olas, en un pedazo de mar, en el ápice azul cielo de una tarde insípida al sol. Yo la encontraba en la reflexión solitaria de mis tardes, en la soledad elegida acompasada con los ritmos cardíacos que marcan el análisis de una jornada de trabajo. A veces, mientras me encuentro mecánicamente en una vereda arenosa perturbado por el aullido incesante de los mamíferos que duermen como guardianes de las fincas de sus señores, todo vuelve a mi como un ejercicio de meditación diario que me revitaliza y sana. Correr al final del día me sigue ofreciendo un espacio de reflexión tranquilizador y anestesiante. Sonrío pensando aquellas cosas que salieron bien, me resigno pensando las veces que debí retroceder, pero sobre todo me ilusiono pensando que aún quedan días para mejorar. Me inspira, me trae mil ideas ese momento de vida conmigo, ese espacio dedicado a escucharme, a saber qué pienso y a abrir las puertas de la inspiración. Esperándola en la puerta de mi corazón como un pedigüeño espera la moneda a la puerta de la iglesia.
Querido Juanma, Ella volverá, porque tus puertas están abiertas, y porque en tu morada siempre hay lugar para departir, elegir y, sobre todo, para ser feliz, Ella lo sabe bien, y volverá, ten por seguro que lo hará.

martes, 3 de noviembre de 2009

Oscuridades diáfanas

El esfuerzo de despertar merece la pena solo por ver amanecer, solo por saber que hay pequeñas cosas en la vida que te necesitan. El interés de ser imprescindible duerme en los sueños que hierven del café que madruga contigo. La necesidad de dar luz a los amaneceres oscuros, la intranquila connivencia del reloj con la mesura medicada de un buen desayuno. Y al fondo de todo, en la cola del piano interminable, un único pensamiento: Hoy no es un día más, hoy es un nuevo día, una nueva oportunidad para ser feliz.