lunes, 30 de enero de 2012

Escuchar



¿Otra vez te has ido? Ya sabía yo que no aguantarías más de un minuto esta parrafada inútil que necesito contarte. Me paso los días inventando personajes que den respuesta a mis mensajes, bufones bostezantes que asienten resignados.
Los imagino tristes, somnolientos y cansados. Siempre llego a visuali-zarlos sentados, casi resbalados de un atril incomodísimo de madera, sujetando la pendiente inversa de su cuerpo con la izquierda e indómita mano deseosa de caer buscando una excusa para hacer oídos sordos a mis réplicas.

Y es que tú sabes que yo necesito esa ceguera oyente de tu resignada amistad, esa cálida mirada de aceptación en un mundo de rechazos, una verdad entre esas mentiras esputadas en las calles, una mano amiga entre tantas piedras que uno esquiva desde que abre las sábanas de su cama. Dime tú si conoces alguno más como yo, que vaya inventando imágenes donde no existen, o simples rostros efímeros. Dime tú si sientes ese deseo imparable de contar las historias que aprisionan tus pasos al andar. Dime tú, si en un mundo de mentiras tiene sentido restregar las verdades por los adoquines sabiendo que no se grabarán jamás, que quedarán escritas como el sueño de un amor en la arena.

Dime tú. Mientra yo sigo buscando lacayos y no encuentro más que paredes, unos ojos de cristalino inteligible que calma esta aspereza que me persigue. El caso es que estoy empezando a comprender que antes de desfundar la pluma debo oídos al mundo, a sus historias, a su soledad, a su necia pero abstraída resonancia. Al eco que duerme en la orilla desde la que te escribo, a los versos que se hacen en la arena, en la espuma del mar y a las historias que nacen de las entrañas de lo humano, solo allí vive la verdad, porque aprendemos en nosotros lo que nos dan los demás; escuchar, que gran secreto.  

miércoles, 18 de enero de 2012

Idilios

No me obligues a pensar que no soy más que producto de mi existencia. Yo no era así, yo no soy así, tú tampoco. Esto es una casuística de los bandazos de esos temporales de la vida que me han traído hasta aquí y que me han hecho encontrarte. ¿Quién si no iba a saber que tú y yo no somos quienes somos? El día a día no iba a ser fácil, no lo fue y nada indica que lo esté siendo. Convivir contigo es de los retos más apasionantes de mi propia vida, y la lucha más incansable e interminable de mi existencia. Si te digo que no me acuerdo de ti vendrás con la escoba de tus reproches. Si pienso en ti a diario te esfuerzas por hacerme el perfecto idiota que odié siempre. Todo en su justa medida es tan sano como conocerte. El caso es que algo existe en el límite infinito y absurdo que nos separa, que nos hace apasionadamente indivisibles. No sería capaz de escribirte con la perfección con la que te imagino, gastaría verbos inútiles, adverbios obsoletos y adjetivos cursis. Cuando te dibujo siempre imagino una sonrisa, un libro, y un sueño, pero hay cosas que no puedo representar, entre otras la luz. No se muy bien como explicarlo, pero sucede, y a veces se va y a veces vuelve. Entre tú y yo, entre la gente. Entre las manos, entre los libros: tu sueño- o tal vez el mío-.
Todo no son, ni van a ser, ni serán halagos; no lo están siendo. Lo nuestro es así: a mi manera, a la tuya, a la de ambos, o tal vez a la de ninguno. Sucede que será como sea, pero será siempre. Yo no se si tuve la suficiente capacidad para elegirte; me hiciste tuyo. Yo no juro banderas, ni piso altares con prejuicios, ni tan siquiera firmo compromisos sin conocerte. Pero este, me da que será para siempre, al menos para mi, no sé si quieres. Yo no pido por pedir, no es un capricho, es una forma de vivir, de conocerte, de ser parte de ti, de lo que sientes y haces sentir. Nadie dijo que fuera facil, mejor así, tú en tu sitio como corresponde, yo en el mío, de momento. Tú, Educación, y yo uno más, convencido de lo que hago, aprendiendo. Nos podríamos llevar mejor, pero está bien así, tu Ciencia y yo con mis defectos y mi soledad.