sábado, 6 de agosto de 2016

Tempus fugit

La causa unívoca del silencio de mi pensamiento a veces la encuentro, a veces la busco en ti. En ese silencio cristalino de tus ojos azules, en la perfección sublime de tu sonrisa, en el terciopelo suave de tus manos, en la caricia insuficiente de tus ojos al mirarme. 
Muera el tiempo asfixiándose en mis manos mientras te tomo y te tengo, al fin, son segundo que nunca volverán por más que los busque en el recuerdo, por más fotos empolvadas que hoy guarde en un lugar secreto para encontrar en un no se sabe cuándo. Los días no volverán, ni tu olor, ni tu presencia de ahora, ni la de antes, ni la de hace segundos. Se esfumará todo con el telón empolvado, con la injusta penitencia humana de este tiempo que no cesa. Mientras, en la plenitud más humana de la consciencia intento buscar cada uno de tus palmos, leer todos tus versos, hallar cada una de tus preguntas, buscar tus ojos y su distancia, la trayectoria de tus deseos, la inercia de tu pensamiento y el crujir de tus emociones golpeando contra la misma luna de la vida. No quisiera arrepentirme de no haber vivido cada lance de tu existencia, cada suspiro, cada inhalación que hice mía con tus labios cuando besaba tu pecho en mi insistencia, en mis ganas y mi quietud por mantener inerte lo que se llevaba el tiempo. 
Cuando todo pase, cuando mi fiebre enamorada y enferma atraviese las dagas de mi alma con su versátil llanto sabré que he perdido al niño que duerme entre mis brazos. Mientras, al menos mientras, seguiré soñando cada segundo como lo hago, amando la vida y sus instantes como el único alimento de mis días, como la única forma de existir, en la luz de tus ojos. 


martes, 9 de febrero de 2016

Desideratum

Abrazado a la luna como un miserable infierno que anestesia la infinita espera del paupérrimo paciente. Añorando lo desconocido casi más que el amanecer que despierta en mis labios con su aroma fresco y conocido, soñando con los versos que escribirán tus manos en el terciopelo, suspirando por ver tus ojos en los míos, por surcar tus sueños en las lágrimas de aquellos que te miren. Junto lunas con soles de invierno, y vivo en el segundero de la dulce espera de un solo verbo que me retuerce el alma en cada suspiro. Muero en tu ausencia, necesitándote con tu inercia lenta y tu cadencia portentosa, tu perfume a un amor que siempre quise, a una forma de traducir la vida que añoro desde cuando viniste sin haber llegado. Decide tú, como has hecho siempre, atesora los segundos y marca el son de aquella tarde donde decidas  poner en mí tus manos, pero no tardes, no enlentezcas el paso, no demores más mi espera, que si un solo día es un año, ha sido eterna tu ausencia, aún cuando sé que será sempiterno el regalo.