Esa sensación tan maravillosa de mirar cada día al otro lado y poder verte, poder reconocerte, dedicarte lo absurdo y lo divino, los halagos y reproches. Esa sensación inmortal de encontrar allá lo que buscas o lo que ignoras, de hallarte, de poder salir del sueño prisionero para mirar desde otros ojos, pero verte finalmente.
Me pregunto, para cerrar este domingo, qué seríamos sin espejos.
Primer viernes de Cuaresma
-
Primer viernes de Cuaresma, minutos antes de las siete de la tarde. Por
lontananza, recortaba la moderna silueta de las setas un atardecer
machadiano, ent...
Hace 1 año