Cuando casi parece que las yemas de tus dedos han llegado a rozar tu sueño efímero, nunca llega. Cuando casi sientes que ya se han cumplido tus promesas y supersticiones, nunca llega. Cuando casi alcanzas lo inalcanzable, cuando ves a un centímetro de ti lo que estuvo a millones de años luz, nunca llega. Cuando besas la superficie curvada y suave de caprichosa esfericidad se convierte en vértices rombianos y, nunca llega. Cuando por fin lo alcanzas, sobre el epitelio de tus manos, lo palpas, lo saboreas, lo amas y deseas, lo ves; ya no es nada, ya no importa. Y nunca llega.
Primer viernes de Cuaresma
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Primer viernes de Cuaresma, minutos antes de las siete de la tarde. Por
lontananza, recortaba la moderna silueta de las setas un atardecer
machadiano, ent...
Hace 1 año