sábado, 30 de agosto de 2008

Aprender a vivir

No se si te habrá pasado pero tengo en mi memoria fragmentos, notas, detalles que me sobrevienen en momentos de la vida. Trocitos de ilusiones imaginarias que parecen dormir hasta el día que despiertan. Pinceladas que secuestré de algún libro y que aparecen en el momento justo. Me resulta ilusionante conocer el final de las cosas que pasan en la vida, anticipar los finales de la realidad con guiones que leí hace algún tiempo.
A veces la vida se parece tanto a la ficción que es difícil inventarla. Pero lo mejor de todo es saber escapar de los cepos que duermen en las esquinas de esa vida maldita que intenta aniquilar al débil. En los momentos difíciles siempre es bueno tener un amigo, o al menos, haberlo tenido. Yo confío plenamente en cada uno de ellos, todos me han dado algo, de todos aprendí, y de todos me llevo un recurso para vivir, un misterio, una frase, una estrategia, un lazo para atar el miedo cuando te sobreviene el infarto. No hay mejor palabra que la que te hace libre, a veces, muchas veces, no la encuentro en mi, y rebusco como una abuela en el bolsillo de su delantal, como un romero en las alforjas de su equino. Siempre deambula alguna idea, quizás la palabra perfecta, la respuesta idónea, la estrofa de aquel libro de viaje que parecía el antídoto perfecto al largo trecho. Ay, bendito amigo, cofre de verdades inmortales, has vuelto cuando te necesitaba, siempre andas ahí, casi ni recuerdo tu nombre, pero has vuelto. Como el perro vuelve a su amo, como el joven emancipado que abre la puerta de su casa esperando el viejo olor de antaño tras el portón, sonriendo y sin pedir nada a cambio has vuelto. Me has librado, por hoy puedo decir que saldé mi deuda y pude escapar del callejón airoso.
Somos algo mas que presente, y gracias. Somos recuerdo y momentos, y sobre todo somos lo que hemos vivido, porque dejamos y nos trajimos, porque pusimos y nos pusieron, porque imaginamos y nos dejaron soñar. Gracias por abrir las puertas amigo mio, gracias por estar en el momento perfecto, gracias a ti por compartir, gracias al padre y al hijo, al que dio sin recibir mas que números. Detrás de ellos hay personas, mentes que despertaron con el último renglón, otros que pasamos noches sin dormir, pero sobre todo, amigos, amor, gracias amado mio.

jueves, 28 de agosto de 2008

Enseñar o comunicar, comunicar o enseñar...

Años dedicados a cuidar los pasos, a reforzar viejos puentes de madera para poderlos pisar. Me pregunto si todo esto tiene sentido, si construir caminos te habilita a caminarlos. No lo se aún, pero cuando miras atrás, cuando vuelves la mirada en un revés de orgullo, algo te reconforta lo suficiente como para seguir al frente, dibujando nuevos trazos rectilíneos en un lienzo de curvaturas. La vida es caminar, detenerse, pero no volver atrás. Me dan ganas a veces de quedarme donde estoy, y dejar que la vida transcurra como si no pasara por mi. Verlo pasar todo menos yo. Que ironía, o que melancolía, sucede que los sentimientos no son mas que el pensamiento de un momento. He visto llorar al niño con tanta fuerza por perder su juguete como el hombre que pierde a la mujer de su vida. Es todo una cuestión de sentimientos, de momentos, de maneras de afrontar las cosas, de tiempo. A veces tengo ganas de que termine esta carrera de fondo, pero sé que no me gustaría llegar nunca a la meta. Me gustaría saber que pasa al final, pero no quiero que termine.
...es esa rara sensación de introducirte en submundos sin terminar de conocer ninguno, al menos me queda esa sensación. De ser nuevo en todos los espacios, de soportar a los poetas de la vida, a los eruditos que te cobran por escuchar lecciones rancias que no quieres oír, de locos que se creen doctores. Va llegando el momento de decidir, de apostar por alguno de ellos, o quizás deba seguir vagando, deambulando por los micromundos. Me gusta conocer, pero voy odiando la naturaleza humana, y me temo que no es nada bueno.

martes, 26 de agosto de 2008

Momentos

Subido en lo alto de la colina el mar sigue siendo azul, transparente el velo que cae desde el cielo a mis pies. Qué mentira es esa que dicen que las cosas...no te dejes engañar, yo las veo igual. Sigue, sigue tocando esa guitarra, rasga de nuevo ese cordel con la yema de tus dedos, con la levedad del que sabe, del que siente el pulso, el compás; y las olas que escapan de tus dedos, espumosas, y vacilantes, tenues, volátiles y azules. Qué mentira es esa que dicen que la vida es amarga como el sorbo de vino rancio al terminar, qué sabrán ellos de la felicidad.
Maestro compás, perfecto trazo del caldo fresco que sabe a mar, trocito de cielo celeste de tu boca, flamenca, soberbia. Déjeme terminar a los pies del mar, viendo en la arena la sombra de los dedos, la ausencia, el ritmo, el silencio, la eternidad.
Qué mentira es esa que dicen...si los besos la pueden curar.

Noches sin ti

Me detuve a mirarlo de nuevo, como si su voz susurrara a su paso por el cristal. Penetraba un eco sordo en mi silencio, me atraía, me imantaba, me llevaba a ti. No conozco la soledad, o no me acuerdo de su nombre, de esos silencios muertos que blanquean las partituras. Llegué hasta el marco con el corazón latiendo entre mis manos, con un verbo inútil en mis labios, pero con un recuerdo persistente que me olía a esas noches cuando estás tú. Mientras intentaba distinguir la línea invisible que une el mar con el firmamento, despidiendo el último rayo de luz del día, esperaba acortar la distancia y recortar kilómetros como el niño que juega a unir puntos. Y de nuevo su luz, como una llamada insistente, como el recuerdo que nunca se borra, una y otra vez acariciando el cristal de mi ventana, golpeando suavemente el contraluz y dejando pasar tu aroma.
No hay distancia sino tiempo, no hay millas por andar sino segundos que aún no conoce el segundero. Lento como el mar que muere en silencio, como la luz que viene a mi ventana cuando agota el tiempo. Te esperaré, como la noche espera, como el telón negro su momento. Así te esperaré, tras la ventana, buscando en cada haz de luz tu silueta en el camino hasta este firmamento. Y cuando llegues todo volverá a ser como siempre, como lo sueño aún despierto, como pasa la vida cuando todo es conveniente, como quiere un niño, como quiero yo. A veces no es tan difícil hacerlo todo nuestro, pero es mas difícil sin ti. A cada instante necesito saber que estás ahí, que me miras, que sonríes, que no hay distancia sino tiempo.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Despertar

Ha roto el golpe de la marea en mi almohada, ha empapado mis sentidos de sal y me ha hecho despertar. Como el velero que acompasa su proa con las olas, meciendo mi barca con el susurro de una brisa que sabe a mar. Navegan mis sueños sin rumbo conocido, a dormir en la barca de otro marinero, que tal vez, sueñe como yo, amanecer en esta barca.
Rodeado de redes que me atrapan, de ese olor tan suyo que cautiva mis sentidos y los envuelve en la lona celeste que duerme en mi dormitorio. Tan silencioso como el rayo que penetra hasta la bodega, como el tímido haz que cosquillea el iris que duerme en tu ausencia. Su sabor a poesía, a versos que flotan en su brisa, a mar, a redes de sal que deshacen el amargor de mis noches sin tu presencia. Espumosa fantasía que duerme en la orilla y navega en la brisa matutina, cáñamo seco que navegas sin rumbo hasta mi. Abrazando el océano de sensaciones que llegan a mi alcoba, durmiendo despierto el último de mis sueños, eternizando ese momento único de cada día, como el niño que sueña con sus ilusiones, como el loco que encuentra su cordura, como el ángel que aprende a volar en un infierno. Sigo soñando contigo, con mis mañanas, con despertar cada día, con saborear mi mar. Navegar en noches de tinieblas merece la pena, zozobrar agarrado al mástil vale la pena, sentir el miedo humedeciendo la piel vale la pena. Navegar, sentir, saborear, merece la pena, por despertar, por seguir amaneciendo contigo, junto al mar, junto al sabor rancio de mi barca llena de sal, de luz y de ti.

viernes, 15 de agosto de 2008

Llegar a tiempo

Quizás le deba besos a la vida que robe por las esquinas las tardes que no querias verme. Puede que soñara un paraiso de un desierto, pero necesitaba embriagar de locura un pedazo de conciencia. Sé que no está bien que te lo cuente, pero fui debil, ignorante, y sonreía para borrar tus huellas de mis labios. Subía por las paredes con la mirada y bajaba lentamente recorriendo el quicio de hojas agrietadas esperando ver un detalle de tu silencio. Contaba grietas en los caminos que pisaba, caminaba con la aritmética perfecta de quien cuenta letras por pisadas. No encontré palabras de campiña, verbos de campo abierto, solo yagas, heridas de algún cansancio de aquel tiempo.
Y tú, seguías al sol como si nada, hidratando los resquicios de tu piel como si fueran a ser dorados con mas perfección. Menos mal que te rescató el iris de una venganza, siempre sales a tiempo, siempre tienes un suspiro de epitelio para dar consuelo.

jueves, 14 de agosto de 2008

Ventana de costumbres

Me canso de volar en palomas de seda, de jugar al absurdo en un mundo de medias verdades, de ser marioneta fácil sin telón de fondo. Quizás me canse el diario de otras vidas, dar plumazos de tinta en negros que destiñen con el sol. No se por qué pasan por la puerta hojas de estilo en blanco, libros sin autores con preciosos finales, ribetes de plata en suelas de alpargata, silencios de voces que no duermen ni descansan. No he llegado aún a la página que te gusta, cuando él la encuentra, cuando los dos duermen, cuando sólo un susurro despierta en la almohada, cuando la vida es vida sin más complicaciones.
Tómalo del suelo, y no le des valor, no eres su dueño por más que tengas la prueba de que duerme entre tus dedos; que el paño aterciopelado de su tez yace bajo el cuero agrietado de tus manos. Dos mil setecientos lamentos tras un cristal, trece mil miradas compasivas, catorce mil lances de odio, cientos de horas al sol, millones de crujidos tortuosos en la mente de la alcoba donde se rompe el matrimonio. Y no tomas como tuyo un manojo sin nombre que te pertenece por mas que se empeñe el silencio en renunciar.
Comiendo a diario, en este paraíso de hienas, siendo un buitre más de esta sociedad, no se que hubiese hecho. Por odio, rencor, por amor, por desconocimiento o porque no queda fe en un paisaje de montañas. No tengo la premisa de ser mejor, sino más afortunado, y no se que hubiese hecho, o tal vez si, y no quiera confesarlo. Quiero saber qué nos diferencia, que hay entre tu y yo para dejar caer de tus manos el azúcar sin decir que has conseguido con tu sudor cada grano, para no argüir que ha quedado pegado a tus manos el dulce sabor sin mediar tu voluntad.
Estas preparado para vivir, pero no en este mundo. Los tipos como tu viven poco tiempo...¿por qué? Seguramente seamos otros, los del modelo los que estemos equivocados. Es que no necesitamos lo mismo para vivir. No dejo de verte en cada impás de cambio, del rojo al verde, del tercero al primero, del negro al blanco, del puro al diluido, del vivo al inerte. Desde hoy, pensarlo, para mi es una costumbre. La alegría dura un momento, la felicidad...toda la vida.

Posibilidades de una existencia

Simplemente con que amanezca hoy soy feliz. Es uno de esos días que hasta la monotonía te saca una sonrisa. Publicas en tus ojos que hoy quieres que sea eterno y pareces caminar por nubes de azul popular donde nada tiene la suficiente importancia como para robarte una mueca de tristeza. Son esas horas que dan sentido a una existencia, esos ratos de charla en un café que saben a conversaciones profundas de miradas que roban. Es uno de esos días que suena mi música preferida detrás de los cristales del escaparate de mis sueños, esos que me acompañan y pasean conmigo junto a la orilla de tu mar. Es uno de esos días, hoy, precisamente el momento que elijo para hacer todo lo que me gusta y nada de lo que odio. Es, y quiero que sea inmortal como los recuerdos de quien sabe recordar. Que mas da que sea hoy, quizás es lo de menos, lo de más es que está siendo; y ya es suficiente después de tanto tiempo esperando que las yemas de los dedos sientan el terciopelo al tocar la piel del universo. Simplemente con que no anochezca hoy soy feliz.

Comunicar sin pedestales, atriles de barrio..y sabios.

En uno de esos silencios que viven detrás del micro, acaso misteriosos y sonámbulos he encontrado esta tarde un motivo para volver. A veces las cosas meridianas de la vida son las que me hacen regresar a estos lares a arañar letras en orillas hasta que suba la marea. Mientras, en uno de esos cafés horrendos de máquina, o en un sorbo de ellos, he encontrado una conversación que me ha conmovido. La curiosidad de conocer a alguien que con un par de ideas en verso ha descrito mas de lo que quería. Me impacta los más sencillo, pero estoy saturado de grandilocuencia y magnetismos populares.
Hoy he conocido, - comenzado a conocer- a una de esas personas que pasan por tu lado sin conocerlas, y un dia, te das cuenta que ha dejado sobre tu memoria sus apuntes, o en tus palabras su impronta, o un recuerdo. Se lo dejo a este maravilloso mundo del periodismo, fruto de su magia, de su grandeza y de las sorpresas que viven en él. De las pocas satisfacciones de este trabajo gratuito e ineficaz, es conocer vidas, sentir el pálpito humano invisible tras el micro, imaginado e imaginable. Me inquieta ese tipo de profesionales que esconden su grandeza en lo sencillo de su persona, jóvenes que tienen qué enseñar y muestran una mirada de aprendiz hasta al novato. La sencillez esculpe la magnitud del corazón en galones dorados que relucen en tiempos de escasez. Fernando, una voz templada y acompasada, de las que no encuentro en el dial por mas que busco allende Carlos Herrera, es capaz de plasmar en el campo herciano historias con sabor a humanidad, diálogos de flexo, y conversaciones de la abuela Rosario. Quizás por eso, comunicar sea su debilidad más sencilla.
Un hispano, de esos andaluzados del bajo guadalquivir, anclados en la solera de su sevillanía, pero exquisito en las formas, el trato, y la mirada que gestiona con la suficiente sapiencia de quien la esconde tras un micrófono, sabiendo hablar con ella a un oyente que se multiplica tras el receptor. Está bien ir caminando por piedras y encontrar un llano donde desclazarse y resfresacar las heridas de unos pies cansados de estrellas terrenales, o eso creen ellos.
Me iré satisfecho de este trono público,-lo intuyo- y no por lo que me quede por aprender aquí que calculo no será mucho, -y no falta voluntad-, sino por las vidas que estoy conociendo, esas que anidan tras una voz, tras un micrófono, esas que viven en el aire, en la imaginación, en los oyentes, en los sueños y en las pesadillas.