miércoles, 20 de agosto de 2008

Despertar

Ha roto el golpe de la marea en mi almohada, ha empapado mis sentidos de sal y me ha hecho despertar. Como el velero que acompasa su proa con las olas, meciendo mi barca con el susurro de una brisa que sabe a mar. Navegan mis sueños sin rumbo conocido, a dormir en la barca de otro marinero, que tal vez, sueñe como yo, amanecer en esta barca.
Rodeado de redes que me atrapan, de ese olor tan suyo que cautiva mis sentidos y los envuelve en la lona celeste que duerme en mi dormitorio. Tan silencioso como el rayo que penetra hasta la bodega, como el tímido haz que cosquillea el iris que duerme en tu ausencia. Su sabor a poesía, a versos que flotan en su brisa, a mar, a redes de sal que deshacen el amargor de mis noches sin tu presencia. Espumosa fantasía que duerme en la orilla y navega en la brisa matutina, cáñamo seco que navegas sin rumbo hasta mi. Abrazando el océano de sensaciones que llegan a mi alcoba, durmiendo despierto el último de mis sueños, eternizando ese momento único de cada día, como el niño que sueña con sus ilusiones, como el loco que encuentra su cordura, como el ángel que aprende a volar en un infierno. Sigo soñando contigo, con mis mañanas, con despertar cada día, con saborear mi mar. Navegar en noches de tinieblas merece la pena, zozobrar agarrado al mástil vale la pena, sentir el miedo humedeciendo la piel vale la pena. Navegar, sentir, saborear, merece la pena, por despertar, por seguir amaneciendo contigo, junto al mar, junto al sabor rancio de mi barca llena de sal, de luz y de ti.

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