jueves, 28 de noviembre de 2013

Solo un ser es capaz de entenderlo...

Hoy, que ya llegó la triste noticia a todos los lugares que debía llegar a tiempo, puedo recordarte como mereces. Con la ausencia de grandezas, con la dignidad de quien hacía bien su trabajo cada mañana, como la compañera de las noches interminables, como el suspiro bendito de la jubilación anticipada, como el ángel de la guarda de los sueños que nunca se cumplen, de las penas que se lloran, o tal vez el alma de aquellos rincones que quedaron solos a la sombra de las tentaciones. Y es que tu sencillez, a veces terca y siempre sonriente, llenó nuestras vidas de ternura, de magia incansable de tus hazañas inhumanas. Tu sabia mirada conquistó los más duros corazones, allanó las montañas y descendió por los valles como aquel por el que resbalaron tus ilusiones una mañana de caza.

Nos queda tu esencia, tu compañía, tu ternura, y sobre todo, tu mirada. Vivirá por siempre en aquellos rincones en los que demostraste que admirabas al hombre por ser hombre, que idolatrabas la condición humana, pensando que tal vez eran perfectas nuestras sublimes imperfecciones. Y solo porque vivías en un edén sin flores, sin grandes perfecciones pero lleno de cariño a ti y a tus muchas bondades. Te admiramos tanto que no sabría resumirte, que no caben tus perfecciones en un pequeño texto, que no sería suficiente con pensarte, con imaginarte, con soñarte, pero no hay solución a este enigma, a este inmenso dolor que nos dejaste. 

Hoy, tu vacío no lo llena nadie, mañana seguro tampoco, porque hay lugares irrellenables que la memoria tal vez ocupe con tus fotos y tus imágenes. Quedarás por siempre donde mereces, en el mejor lugar de nuestros corazones.
Solo un animal como tú es capaz de ver un mundo imperfecto y cruel como un paraíso, solo tú eres capaz de ver en colores un universo lleno de grises, solo un ser como tú es capaz de entenderlo todo. 

sábado, 16 de noviembre de 2013

Y si te toca la loteria... ¿conoceré a Batman?

Yo no creo en los ciclos, ni en las etapas, ni tan siquiera en las partes del todo. La vida es un boceto lleno de viñetas en blanco y negro que, o las coloreas o se imprimen en papel reciclado y empiezan a oler a celulosa cuando se cierran. Y digo que no creo que exista nadie quien dirija tus pasos más allá de las casualidades y oportunidades de esta vida caprichosa que a veces no es como queremos que sea. Estos caprichos vienen a refrescar esos cimientos anquilosados en la insana podredumbre del acomodo, pero a veces vienen a llevarse de un golpe el mejor edificio de cuantos conseguis-
te pilotar. Se trata de buscar lo positivo, y de dar colores a las viñetas para que se impriman en cuché, para que huelan siempre a nuevo y para que brillen como los libros impolutos cada vez que los abras, y su olor te recuerde aquellos buenos momentos.
A veces cuesta creerlo y casi que entendemos que la vida está hecha de casualidades que brillan solo del lado del rico, que tienen la esfericidad perfecta cuando la vemos en el hombro ajeno, y que se avinagra, se reduce y se decolora cuando llega al pórtico de nuestra existencia. Tal vez tengamos que deformar los sueños, que taxonomizar los deseos y desestructurar la razón para ver más allá, tal vez. Pero seguro estoy que tendríamos que retroceder tantos años como fuera necesario para volver a las infancias que nos vivieron, a aquellos sueños y metáforas que pernoctaban en nuestras ausencias. Porque tu sueño (el mio), el de él pasa por ver en tus (mis), sus manos la aritmética perfecta de un pedazo de papel coloreado que haga crecer tus cuentas en proporción a tus deseos. Mientras, aquellos años atrás, hoy para muchos, los sueños eran diferentes, son muy distintos y anidan en las manos de un superhéroe, o en una tarde de sala inbuidos en alguna fantástica peli. Los sueños no tienen edad, tienen experiencia, vida, y formas tan distintas que se esfuman y mueren en la existencia de una vida corrosiva, de un impulso intranquilo que oxida con la inercia del crecimiento las formas y los sentimientos.

¿Crees que lo haría?

Y tú sin saberlo. Buscándote sin descanso, casi sin saber tu nombre, sin saber de ti apenas un par de letras y volviendo una y otra vez a pensarte y llevarte conmigo a todas partes; la metáfora de la vida. El apunte impulsivo de un deseo impertinente que viene a reconvertirnos, a reconfigurar el metabolismo de nuestra existencia. Dispuesto estoy a condicionar mi vida de todo cuanto me traigas. He luchado tanto por encontrarte que estoy preparado para ello, he pensado tantas veces en que te iba a encontrar que el día que aprezcas me sorprenderás tanto como la primera vez. Menos mal que no estoy solo en tu ausencia, y digo esto, porque te echo tanto de menos que te busco días y noches, y no son suficientes las horas para soñarte.Porque no tengo la sensación de que te perdí, pero si de que siempre estuviste conmigo, por eso sigo buscando sin descanso tu nombre escrito en algún lugar, o tal vez una pista de tus ojos en alguna noche con la suficiente luna como para deslumbrar mi ceguera.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Hoy

Hoy se acaba todo. Hoy empieza todo. Existiría todo un diccionario de bellas palabras para pincelar el boceto perfecto de una despedida, para cincelar a martillo una bienvenida inolvidable como el insólito reencuentro del caminante. Tal vez por la costumbre, que pronto se marcha a lugares olvidados, tal vez por el apego o la indecisión humana, los cambios siempre generan la incertidumbre perfecta y necesaria para la supervivencia. "Así no te relajas...". Todavía llevo en las yemas de mis dedos esa expresión que me llegó de refilón y que me golpea a oscuras con una mirada sospechosa. No sé si pensar que quien me lo dijo deseaba perderme de vista o acaso no llegó nunca a conocerme, a entenderme, o a ver más allá de mis debilidades. Cuando el ser humano sobrevive, tal vez necesite los cambios para subsistir, para no caer en la relajación y que venga un predador mayor a acabar con sus sueños. Pero yo me dedico a vivir, simplemente, y no necesito los cambios para evitar ser presa de alguien. Sea como fuere, hoy es un nuevo día, un nuevo año y una nueva forma de vivir, aquella que mira la vida desde un balcón que vislumbre los azules y los blancos con perspectiva, con la de antaño, con la terca mansedumbre de quien quiso inventar letras de fonemas, con la sutil melodía literaria de un romántico empedernido, con el amor de noches y rondas de un soñador, de un amante de su pueblo, de un poeta depresivo enamorado de sus raíces. Allí, en el pedazo de pan de trigo con alma de vino, allá construiré sueños, intentaré vaciar los caminos de piedras, pintar azules los días nublados y desembarcar lo mucho que me traigo de la tierra descubridora. Al fin, es una nueva oportunidad de aprender, de usurpar más historias de vida con las que enriquecer la mía propia, de manosear los diarios de otros caminantes y robarles páginas con las que escribir el libro de mi vida, algo empolvado pero intacto. Hoy se acaba todo, pero hoy empieza todo. La vida no espera, el camino tampoco, seguiré preguntándole a mi intuición, tomando café con la felicidad y quedando para mañana, y como no, le daré la mano a mis sueños que siempre llevan puesto el gps.

domingo, 23 de junio de 2013

Desajustes térmicos de la condición humana

En esta indisoluble convivencia soportable con mi humanidad, en el resquicio de mi condición inestable y semi perversa que se adivina cuando se tiñe la cúpula celeste, me ha golpeado un pensamiento que bien necesitaba de estas líneas para alimentar su coherencia. Llega este verano fluctuante con sus vicios y desmanes a sentarse en el porche de cada uno de nosotros como invitado de honor, presto a ser recibido con la sonrisa de siempre. Acostumbrados ya, a vivir presos de los grados y de telediarios repetidos, copias exactas de golpes de calor, insolaciones, cuidados de la piel y especialistas varios con sus consejos hidratantes y térmicos, no dejaba de pensar en una idea que ha terminado por derretirse. La vida nos ha hecho seres inestablemente caprichosos, vulnerables, sentimentales, idólatras, vulgares y cambiantes. Hace escasos días maldecíamos las últimas gotas de esta lenta primavera al despedirse, añorando esos rayos pegajosos de sol de piscina. En pocos días maldeciremos las tardes soporíferas de ancianos a las puertas de sus casas buscando el aliento fresco de los primeros albores de la noche, a camisa abierta y mano en ristre. 
Quizás, y buscando la convergencia perfecta, hallaríamos un calendario inverso, mezclando días y meses al antojo de la perfección y alternando semanas de mayo con otras de diciembre, quincenas de enero con veraneos de agosto. Se me antoja un imposible, lo sé, pero no por ello estoy libre de pensarlo, de creer además que no solo me pasa a mi, y de asumir que el capricho humano está clonado en nuestros genes como el deseo de ser que cada uno desarrollamos. Sería una quimera, un retorcido invento, pero no por ello menos indeseable, o acaso no pensaste una noche de agosto en tu abrigo de plumas, o acaso no miraste con  lujuriosa añoranza una lluviosa y fría tarde de enero, las mañanas soleadas de mayo. Al final, todas las líneas tienden al infinito, el mismo punto donde se encuentra el deseo humano, en lo incalculable, en lo imposible, en el frenético deseo de lo cambiante, lo novedoso, lo diferente. La naturaleza inconformista que nos define nos hace más libres, quizás por ello nunca debería cambiar, somos natural y maravillosamente así, de otra manera todo en el mundo sería homogéneo, porque no quiero pensar que el calor y el frío también lo deciden los de arriba, o tal vez sí. ¿Por eso hablan de un verano más corto? 
Malvados pensamientos estos, será el calor, pero hay días que no la encuentro, dichosa ella que sabe encontrarse y perderse. A tus pies, que allá donde fueres, haga frío o calor, te hallaremos, no obstante, me divierte mucho más buscarte, que el día que te encuentre ya no lo serás tú. ¿Sabes de quién te hablo, verdad?

domingo, 9 de junio de 2013

Cárceles de papel

No quiero ser cárcel ni de mis sueños. A veces quiero detenerlo todo de manera inútil, pero es imposible en esta vida. Esta obsesión intrusa que vive en nuestras mentes hipotecadas de cerrarlo todo para hacerlo nuestro, esa obsesión compulsivamente humana de agotar las libertades ajenas para hacerlas posesiones. Vivimos prisioneros de nuestra propia avaricia. "No quiero ser tu cárcel, eso nunca". Lo decía hábilmente el maestro García. Tampoco quiero serlo de las pequeñas cosas de la vida, ni tan siquiera de los sueños,que deben tener las llaves de mi casa-, o simplemente pasar porque la puerta esté siempre abierta. 
Me pregunto si será necesario parcelarlo todo, vivir entre rejas y ser prisionero de la propia codicia. Tal vez nos daremos cuenta demasiado tarde, pero no es más que la esclavitud de nuestro propio egoísmo, del celoso afán de abarcar todo lo que tus brazos puedan rodear para dar cerrojazos en los rincones. Estoy cansado de las jaulas y los barrotes de acero que me rodean, de los corsés, y las ataduras, de los aros circulares de acero que rodean mis muñecas, porque no hay más libertad que la de la mente, todo lo demás está preso, de la vida, del mundo, o incluso de lo que pienses. Nada es suficientemente libre para olvidar, nada es suficientemente libre para huir, nada es tan libre como el pensamiento para escapar de las ataduras de este mundo espeso y acotado, de este espacio cuadriculado de parcelas con dueño y vallas de algodón que lo rodean todo. No quiero ser tu cárcel, eso nunca. Quiero que seas tan libre como lo soy yo cuando estoy contigo, no quiero dependencias ni esclavitudes, no quiero más que besos que me hagan volver y hagan que vuelvas, no quiero más que recuerdos que me lleven a todas partes, no quiero más que sueños que me abracen, y libertades, caminos vírgenes y arena sin pasos que algún viento borre. Cielos sin nubes que nada indiquen, lunas sin norte, y vidas, muchas vidas que estén abiertas cuando a sus puertas lleguen los sueños disfrazados de libertades, las ideas vestidas de blanco, y desaparezcan las llaves, y las paredes y los colores que hagan distintos los espacios, que solo se vean los contrastes, y que el blanco y el negro existan en el mismo lado. Que haya sombras rectas y no circulares. Ni polígonos, ni verdades, que no existan barreras inrodeables.  No quiero cárceles, eso nunca, porque no creo en ellas, ni tan siquiera con puertas abiertas. 

jueves, 9 de mayo de 2013

Libertades recortadas

Quiero pensar que el mundo es tomar decisiones, quiero pensar que las tomo con la más absoluta libertad, quiero pensar que decido mi espacio y sus circunstancias, mis charlas, mis escuchas y el mismo palacio donde viven. Pero a veces dudo, y a veces viene a mi esa verdad a medias que galopa en los diarios, ese gigante ojo que todo lo domina y la mano imperturbable que entre todos colocamos. No me siento responsable de aquello que no hago o dejo de hacer, como no haré responsable a nadie de mi futuro, como no lo hago de mi presente, como no lo he hecho de mi pasado. A veces salir a la libertad no depende de ausentarte de tu puesto de trabajo un día, a veces la libertad no vive ahí. La libertad no está bajo ninguna bandera, no lleva camisetas, no tiene nombre ni siglas, no reclama verdades absolutas ni separa, ni divide. La libertad es libre, es incolora, no huele a nada más que a libertad, y vive en quien la busca, en quien decide, en quien la toma con la convicción de lo que hace, en los sueños, en la conciencia, y en los pasos que andan solos.

 Yo la necesito, y por eso, mañana decido yo, decido hacer lo que me dicta el sentido común, mi sentido, pudiendo estar en la más profunda de las equivocaciones, en un error infinito que me haga perecer, pero lo haré libre, sin viajar bajo color alguno, sin distinguirme bajo ningún lema. Yo quisiera que todos fuéramos libres, y libres para decidir ser libres, y tomar decisiones de libertad, y serían decisiones sensatas, unidas e indefinidas, aquellas que se toman en septiembre y deciden anclar los procesos hasta que se retomen las verdaderas libertades, los derechos y valores, el trabajo de los que siguen soñando que hay una educación diferente.

martes, 12 de marzo de 2013

(Sobre)vivir sin fachadas...

..claro, y saber comprender cada misterio de ese rinconcito interconectado donde viven tus sueños y tus peores pesadillas. A veces, sentado a solas con él, sin comprender un ápice de su absurda naturaleza, miras dentro y parece que no te pertenece, que vive en órbitas de algún planeta distinto al tuyo, que naufraga por mares por los que nunca iba tu barca, esa sensación de indisolubilidad que hace viscosa la densidad que separa tu cuerpo de sus ideas. Y allá está él, con su impertérrita presencia anclado en algún lugar que no atisbas a conocer. Desternillado de la risa que fractura el iris de tus ojos a lágrimas que caen en los labios de un buen sorbo de agua tibia edulcorada con el sabor infundido de algún calmante.

Preso de un terror que te domina, de un temblor que se adueña de tus extremidades y una invalidez sosegada por la mano que mece tu cuerpo desde tu almohada. No somos más que lo que pensamos, no hallamos más vida que la que razonamos y vivimos en nuestro pensamiento más allá de lo que queramos. La -sin-razón de un cuerpo que no disocia, de una mente que en su minúscula presencia es el músculo más potente de cuantos nos dominan. 
...Claro, y saber comprender cada misterio, como el mío propio, y saber entender en cada verso lo que piensan tus labios, lo que dicen tus manos, lo que escriben tus palabras. Y qué se yo si tu piensas de este modo, o tal vez todos estemos equivocados. Lo único que tú y yo compartimos es el cuerpo, tal vez lo demás sea tan diferente, que nunca llegue a pensar como tú, a sentir lo que tú sientes, ni tan siquiera a entender porque vives encerrado en el epitelio de tu mente, a sus órdenes, a su antojo, pero claro, tal vez no lo entiendas ni tú, y quién soy yo para decirte que no haces nada. Sabes que es verdad, que lo intentas a diario, pero él puede más. 

Llegará el día que el músculo no te haga falta, pero él si. Domínalo, porque tú pudes, por la simple razón de que él te necesita casi tanto como tú a él, con la simple diferencia de que él vive en ti, y sin ti, no es más que materia. Lo lograrás, la razón tú bien la sabes, lo demás, de nada sirve sin tu ayuda.

domingo, 3 de febrero de 2013

Sigo con esa sensación latente y enquistada. Sigo con el recuerdo de que todo esto me suena. Sigo viendo las mismas caras como las de aquellas fotos de la gran manzana, de colores arcoirizados y difuminados por el arte del diafragma. Sigo viendo pasar el tiempo a velocidad de vértigo y sigo sintiendo que no nos detenemos en nada que nos importe.Estoy harto de las listas, de los pos-it que voy pegando en los hemisferios de algún lugar que encuentro libre. De las listas interminables de quehaceres destintados que se mueren sin argumentos. A veces vale la pena el pedal del centro, a veces es conveniente usar el presente, y omitir el verbo, cerrar los ojos y parar el tiempo. No se cuanto tiempo acabo de hacerlo, pero ha sido el mejor momento.

domingo, 20 de enero de 2013

Me alegro



Sí. Es ese abismo neutro en el que pareces caer casi por la inercia corpórea de esos segundos que pasan y te van acercando sin merecerlo. Ese impulso galopante que manosea tu espalda a golpes, que lleva tu cerebro por delante pero te hace caer de rodillas como un niño que no quiere, pero desfallece. Lo maravilloso de este mundo es entonces. Cuando vas a caer con el paso inerte y los ojos invertidos al paraíso o qué se yo, sólo entonces bajo tus pies se torna firme lo terrenal, se vuelva tersa la piel que se tragaba tus lágrimas en su manto de polvo. A veces la luz y la suerte conviven con la humana existencia para dar forma sencilla a los sueños, para colorear las tardes que la lluvia turbó con su manto gris y un arcoiris incoloro y desganado. Sólo entonces te das cuenta que a veces es bueno que vengan a decirte lo banal de tu existencia, lo inservible de mirar de reojo, lo inútil de caminar buscando chinas en el camino y lo absurdo de detenernos a la orilla de los ríos cuando hay mares esperando al final del camino. Me alegro, a veces, de encontrar el abismo para saber que nunca es tan hondo el frágil hueco en el que caímos como el sentido del camino que caminamos juntos. Me alegro.