lunes, 2 de septiembre de 2013

Hoy

Hoy se acaba todo. Hoy empieza todo. Existiría todo un diccionario de bellas palabras para pincelar el boceto perfecto de una despedida, para cincelar a martillo una bienvenida inolvidable como el insólito reencuentro del caminante. Tal vez por la costumbre, que pronto se marcha a lugares olvidados, tal vez por el apego o la indecisión humana, los cambios siempre generan la incertidumbre perfecta y necesaria para la supervivencia. "Así no te relajas...". Todavía llevo en las yemas de mis dedos esa expresión que me llegó de refilón y que me golpea a oscuras con una mirada sospechosa. No sé si pensar que quien me lo dijo deseaba perderme de vista o acaso no llegó nunca a conocerme, a entenderme, o a ver más allá de mis debilidades. Cuando el ser humano sobrevive, tal vez necesite los cambios para subsistir, para no caer en la relajación y que venga un predador mayor a acabar con sus sueños. Pero yo me dedico a vivir, simplemente, y no necesito los cambios para evitar ser presa de alguien. Sea como fuere, hoy es un nuevo día, un nuevo año y una nueva forma de vivir, aquella que mira la vida desde un balcón que vislumbre los azules y los blancos con perspectiva, con la de antaño, con la terca mansedumbre de quien quiso inventar letras de fonemas, con la sutil melodía literaria de un romántico empedernido, con el amor de noches y rondas de un soñador, de un amante de su pueblo, de un poeta depresivo enamorado de sus raíces. Allí, en el pedazo de pan de trigo con alma de vino, allá construiré sueños, intentaré vaciar los caminos de piedras, pintar azules los días nublados y desembarcar lo mucho que me traigo de la tierra descubridora. Al fin, es una nueva oportunidad de aprender, de usurpar más historias de vida con las que enriquecer la mía propia, de manosear los diarios de otros caminantes y robarles páginas con las que escribir el libro de mi vida, algo empolvado pero intacto. Hoy se acaba todo, pero hoy empieza todo. La vida no espera, el camino tampoco, seguiré preguntándole a mi intuición, tomando café con la felicidad y quedando para mañana, y como no, le daré la mano a mis sueños que siempre llevan puesto el gps.