miércoles, 29 de septiembre de 2010

Derechos vs derechos, o tal vez izquierdos

Lo necesario para vivir, la sinergia de la propia humanidad era hoy, más que nunca, un ciclo invertido de los que no encuentran solución. La manida frase de los derechos de los manifestantes terminan cuando empiezan los de los trabajadores, o que el derecho a la huelga no puede fulminar el derecho a la educación, al trabajo, ni conculcar otros de particular importancia yacía hoy sobre el asfalto quemado de los accesos inaccesibles de las capitales de provincia de esta bendita España. Yo quería trabajar hoy, o mejor, no quería adherirme a la manifestación impuesta por unos pocos, ni ser pancarta de sus lemas, ni comulgar con sus ideas. Simplemente porque creo que es una medida a destiempo, inútil y oportunista, una conspiración maquillada y un intento vulgar y meridiano por contentar a todos. Hace meses que los sindicatos deberían haber puesto al país en guerra, contra quien la merece. Yo no tengo la culpa de los desbarajustes y despilfarros de unos pocos, y sin embargo los estoy pagando, yo no tengo la culpa de la idiosincrasia de otros tantos y me niego a participar en sus propuestas, aunque las respeto. Pero hoy no me han respetado, han vulnerado mi libertad y han intentado de manera radicalista imponer su intención. Yo me adhiero a lo que quiero, participo en lo que mi conciencia cree oportuno y actúo como creo, aunque me equivoque. Pero en un país democrático nadie me va a obligar a nada ni imponer tal cosa. Nos estamos sumergiendo en una espiral de mentira que no me gusta nada.