viernes, 30 de enero de 2015

Mojigangas

Sol, y risas, y nobles a caballo, ridículos danzantes y coros celestiales, y reinas levantando sus ropajes, y carrozas de plata, y trajes extravagantes, y lunas enormes al amparo de un lago absorto que refleje su belleza. Y absurdos, y tristes, y aburridos destartalados que malviven de lo ajeno.
Llenar de azules los cielos es un argumento banal, una causa innoble y hasta insuficiente cuando duerme tras el párpado una daga cruel, inmunda y rebelde. Llenar los espacios de palabras, los vacíos de preguntas, los momentos de balbuceos inútiles que no recuerdan nada. Llenar la vida de recomendaciones, de consejos solicitados que se esconden en la arrogancia. A veces desgasta la humana infelicidad cuando es ventajista, cuando es irracionalmente hiriente, o peor aún, cuando muere en tus manos y busca lágrimas ensangrentadas para moldear una sonrisa. Desgasta la acritud, el sueño perdido de niños que ya no lo son, de criados de la maldad con guiones ensayados. La vida no espera, el camino anda a pesar de todos, los días caen con su fuerza por más que los dueños de la infelicidad aterricen en sus noches con sus disfraces nocturnos, carbonizados en el odio, amasados con el rencor, volados en la soledad de la mano que domestica almas edulcoradas. La vida no espera, pero discrimina, no espera pero filtra, no espera pero es justa hasta la saciedad, es perenne y eterna en esencia, está por encima de aquellos que tienen deudas que validar, sueños que cumplir y anhelos que realizar.

Mas allá de todo ello, la vida sigue, los pasos continúan firmes, porque los caminos no los construyen las anécdotas, ni tan siquiera las sombras ocres e impertinentes, los espíritus nocturnos; el camino siempre se elige, lo hacen los pasos, el amor y los ideales, las metas, los sueños y las personas felices. 

jueves, 8 de enero de 2015

Dónde

Me pregunto si te has ido para no volver, si tus despedidas tienen retorno en mis manos o en mis ojos, si el vuelo vespertino del humo del café es solo un recuerdo o será sutil melodía que escriba la partitura de mis tardes. Y mientras tú, en tu resignada ausencia, como si nada importara mas que en mí, como si tus muñecas nunca fueran abrazadas por agujas impertinentes; solo tú, en tu genial permanencia, en tu quietud, tu sosiego, tu calma concentrada, en tu parsimonia, tan ausente como presta a conquistar el espacio y su presente. Basta ya de ausencias elegidas, de retorcidos imposibles que requieren de tu compañía, basta ya de absurdas sandeces de esta vida que no soporto sin tenerte, de una soledad de ti que mata casi tanto como hiere, de un destierro que has elegido tú, sin contar conmigo, sin mis ganas de perderte. A dónde irás sin mi con lo que te necesito, dónde habrás escondido tu pausa y tus manos, y ese olor a cada instante que me pierde cuando no estoy contigo, dónde estarás escondida, donde estarán tus versos, tus silencios, tus palabras y tu verdad, dónde estarás paciencia de esta vida mía, dónde estarás. 

domingo, 4 de enero de 2015

Silencio

El color de un pétalo cuando cae, la luz que atraviesa una vieja biela que hace girar los sueños, el suspiro de una respiración exhausta, un febrero rancio, una tarde anaranjada; silencio. Silencio que resquebraja el canto ebrio de esos días sin pausa, silencio liquido y versátil, silencio inocuo, indoloro, pausado y llano, solitario, terco y acompasado,como el traje blanco y sus lances al viento. Que bonita la vida cuando duerme en tus manos, en tu regazo sedienta y mansa como la luz alumbrada, como el perfil felino y desafiante de una madrugada empañada tras el cristal de unos libros por estudiar. Es vida lo que amanece y duerme contigo, aquello que nace de tu agonía y tu final. Tú, el principio y el fin, el ocaso, el augurio y la eternidad. En ti, encripado en la esencia de una belleza sublime, pasajera y cruel, ingrata como el rico imberbe, terca como la paciencia que no descansa y sutil como la última mirada que en ti descansa, como el final, como el principio, silencio.