miércoles, 2 de septiembre de 2009

Cerrojos oxidados

Ya no me acordaba si la llave era la azul o la verde. La cerradura estaba un poco endurecida y la puerta empolvada. Con un poco de suerte y algo de memoria conseguí tumbar mis miedos y dar luz a lo que mis sueños iban inventando tras la puerta. Al abrirse, todo era tan igual como siempre fue. Ese olor a casa, a cobertizo en malas temporadas, a pañuelo rancio que seca tus lágrimas, a hogar, a cálida bienvenida preotoñal. Todo estaba en orden, tal y como lo dejé al marchar. Las letras apenas se habían movido de sus habitáculos, o al menos, habían disimulado con la suficiente fortuna para que no lo pareciera. Miraba a un lado y al otro intentando reconocerme, dar sentido a lo que respiraba y dediqué un tiempo a ordenar las sensaciones en espacios de la memoria donde duerme el recuerdo de los sentidos. El escritorio estaba empolvado, pero tan suave como siempre, la pluma cargada de tinta siempre presta a derramar locuras, e inquieta por desatar los nudos del silencio que la corrompían sin saberlo. Era mi casa, mi hogar, y todo estaba en orden. Dejé las persianas entornadas para que no viniesen a robar pero cualquiera pudiese ver desde fuera algunos de los habitáculos llenos que dejé en el interior. Hoy he vuelto con ganas de que entre una ráfaga de aire nuevo a desempolvar los secretos de un verano duro, intenso y maravilloso. He abierto las ventanas al mundo y me he sorprendido al pasear por los alrededores. Mis vecinos han seguido por aquí, en muchos casos abriendo sus puertas como antaño y dejando maravillas en prosa con las que me he puesto al día de aventuras y vicisitudes de un verano que no aplaca por igual a los inquietos corazones. Otros, se marcharon buscando un merecido descanso y ahora vuelven con inusitadas ganas. Los he visto pintando sus casas, dando brillo a sus ya de por sí relucientes baldosas. Como quiera que sea, estoy muy feliz de haber vuelto, pero más de haberos encontrado a todos, cada uno en su sitio, como si nada hubiese cambiado, como si el tiempo se hubiese detenido con exactitud en nuestras vidas. Y es que no hay nada mejor que encontrar todo como siempre, volver al blog y encontrar a tantos sonriendo detrás de algunos versos, en el velo que descansa tras el maravilloso cuadro de las letras. Es un placer volver, pero una inmensa alegría reencontrarme con todos vosotros. Gracias por seguir ahí.

5 comentarios:

Juanma dijo...

Querido Miguel, por aquí segumo. Leyéndote y alegrándome al leerte. Todo un placer, amigo, como siempre.

Abrazos.

Juanma dijo...

Fe de erratas: donde pone eso tan raro de "segumo", debe poner "sigo".

Anónimo dijo...

Gracias a tí por volver, se echaban de menos tus versos.
P.D.: Amelie de fondo...una maravilla

Anónimo dijo...

Mangnifico! ^^
Todo el Blog, los escritos
estan lindisimos.
La música... Yann Tiersen
es el mejor para este tipo
de espacios.
Un Saludo y felicitaciones.
Chauu

Miguel dijo...

Gracias a todos por estar ahí perennes. Sois como el aroma de la infancia, parece que nunca está pero al revolver los espacios siempre vuelve a despertarte una sonrisa. No se qué me pasa pero tengo la vitácora algo abandonada. Será cuestión de ponerse.

Saludos.