martes, 2 de septiembre de 2008

Abrazos por compartir

Imagino, y quizás sea lo más bello, pero necesito saber qué se oye tras las palabras. Cómo se llama el pálpito del corazón que late al compás de cada estrofa. Navego leyendo blogs de este maravilloso universo, y me pregunto qué lleva a miles de literatos ignotos a esparcir su conocimiento en plataformas virtuales. Serán generosos comunicadores que quieren compartir, o bellas personas que no quieren para sí lo que pueden regalar, o seres que necesitan contar, inconformistas, cuentacuentos, soñadores, vividores, o personas que han encontrado un espacio para divagar. Ni siquiera se por qué yo me paro a reflexionar en este lugar, o tal vez si pero no lo sepa explicar. Es algo tan mágico..., me gustaría poder contarlo a todos sin que me tomen por loco, al contarlo en mis clases mis niños me entienden, pero a veces siento que soy un pequeño usurpador de conocimiento, un ladrón de palabras que duermen en libros abiertos. La verdad es que es fantástico pasear leyendo por este mundo, encontrar reflexiones que merecen ser oídas, leídas y compartidas. Me apasiona, he de reconocerlo. Es como entrar en la vieja biblioteca, percibir el olor a rancio, a polvo, a cuartillas amarillentas que descansan sobre la mesa del bibliotecario. Es la pausa sobre una cómoda silla desde la que se divisan millones de libros abiertos, y todos te llaman a gritos. La lectura te absorbe hasta descubrir que has perdido la noción del tiempo y de la ubicación. Te redescubres en tu salón, en tu mesa de trabajo, en tu ordenador, leyendo fragmentos que te han hecho pensar, y me da esa risa interior que viene a refrendar lo irónico de esta vida. Sé que mi abuelo lo entendería, siempre pensó, que algún día con darle a un botoncito todo se pondría en marcha. Resulta tan irreal como maravilloso. Me apetece cada momento, pasear entre libros abiertos, irme al parque a leer los poemas que escriben los soñadores, leer los sueños, las desilusiones, los diarios que andan publicados en una sola cara, sin llaves, sin puertas, y con buzones abiertos esperando postales que les recuerden que pasaste por allí. Otra de las magníficas virtudes de este mundo. No solo poder leer lo que otros escriben, sino comentarlo, abrazar las palabras para agradecer su publicación y contar el cúmulo de sentimientos que te han hecho vivir. Quería dar las gracias a todos, contarles lo que he sentido, lo que me han inspirado, lo que me regalan al pasear por sus casas, por sus vidas, por sus libros de mano en los que anotan las anécdotas de su existencia, en los que escriben cosas que jamás contarían, trocitos de esfera global en la que tomar un café. y disfrutar.
Algo me une a ti que lees, a ti que escribes, a ti que has dejado parte de ti en cada rincón donde puedo llegar con un clic, gracias por compartirlo, por no ser mercancía rancia de un mundo sin ideales, por ser libre en un mundo sin condiciones, por ser tú.
Solo pienso en abrazar las palabras, hacer mio cada momento de soledad compartida, disfrutar de las vidas que están por contar y seguir descubriendo que detrás de toda la escoria mundana hay luces que ocultan las sombras, batallas que se ganan sin misiles ni vidas, paraísos donde la existencia es tan liviana como placentera.

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