domingo, 12 de julio de 2015

Allá

Allá donde se esconde el alma de los invisibles, en el palpitar sereno del eterno fruto de la vid, que engendrado sobrevive en el anonimato, en la más profunda transformación y usurpación de su propio territorio. Y desde la distancia más próxima e indómita, de la inmanejable quietud que se desprende de la debilidad humana, renace un único deseo irrefrenable que domina el ser en su compleja plenitud. Allá donde se esconde todo, bajo la mira del prurito anhelo de quien se sabe pleno sin arrogancia, y tras el juicio sereno e intachable del tiempo, allá la vida es más dulce y calma que los propios sueños. Duerme la vida en mis manos y en mis sueños, en el reflejo perpetuo de un deseo irrenunciable que amanece y duerme conmigo, que desata mis tormentos más dulces y que cristaliza en los versos que nunca supe escribir. Tal vez un poemario se escriba solo, o quizá una pluma invente un boceto intachable alguna vez, pero nunca sabrá la espera renunciar a su impaciencia, como el ego tachar de cruel al protagonismo, ni siquiera sabrá la luna más que acertar con un momento exacto del encuentro. Calma y mar, en todo, que vida y tiempo ya pongo yo, luz y sol en todo ello, que no hay noche que no amanezca ni sol que cien años dure sin marchitar su luz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Preciosa metáfora que ahora adquiere pleno significado dejando su cripticismo iniciático. "El fruto de la vid" significa el producto de la vid. La palabra fruto (genematos)tiene relación con "reproducir". El fruto de la vid es la uva que contiene la semilla por la cual se puede reproducir. Que ese fruto de la vid duerma y amanezca, hasta que la luna lo encuentre, arropado en tus manos que son fuente de transmisión de la felicidad eterna.