Cuando la falacia cicatriza en al ignorancia, en la desidia o en el acomodamiento. Cuando se caen los modelos ortodoxos, cuando los paradigmas facultativos salen de los libros sonrojados por la luz de la realidad. Cuando el volumen teórico se vuelve teorético, insípido y hasta huérfano de verdad se desmorona el esquema mental que sostenía mi deseo. Y es que tengo dudas
profundas, cuestiones sin resolver y hasta alaridos nocturnos que desvelan mi conciencia pensando que doy yo el raro en un mundo de extraños. Primer contacto con la realidad informativa, con el trabajo de redacción, con mis compañeros, con la noticia, con la intensidad de la información contrastada y la sutil opinión maquillada. Y diría, sin acritud, el mayor desencanto de cuantos me dio la vida a veintisiete primaveras de aquel día. Soñaba otra profesión tan distinta que me resigno a creer que esto es la realidad, que esto es el periodismo, que así se trabaja y así se establecen las relaciones. Tengo dudas, pero quiero aclararlas de un plumazo, a golpe de micro, con una voz que llegue a comunicar, con la intención de cicatrizar la hemorragia inútil que me lo pide.
