Subido en lo alto de la colina el mar sigue siendo azul, transparente el velo que cae desde el cielo a mis pies. Qué mentira es esa que dicen que las cosas...no te dejes engañar, yo las veo igual. Sigue, sigue tocando esa guitarra, rasga de nuevo ese cordel con la yema de tus dedos, con la levedad del que sabe, del que siente el pulso, el compás; y las olas que escapan de tus dedos, espumosas, y vacilantes, tenues, volátiles y azules. Qué mentira es esa que dicen que la vida es amarga como el sorbo de vino rancio al terminar, qué sabrán ellos de la felicidad.
Maestro compás, perfecto trazo del caldo fresco que sabe a mar, trocito de cielo celeste de tu boca, flamenca, soberbia. Déjeme terminar a los pies del mar, viendo en la arena la sombra de los dedos, la ausencia, el ritmo, el silencio, la eternidad.
Qué mentira es esa que dicen...si los besos la pueden curar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario