Años dedicados a cuidar los pasos, a reforzar viejos puentes de madera para poderlos pisar. Me pregunto si todo esto tiene sentido, si construir caminos te habilita a caminarlos. No lo se aún, pero cuando miras atrás, cuando vuelves la mirada en un revés de orgullo, algo te reconforta lo suficiente como para seguir al frente, dibujando nuevos trazos rectilíneos en un lienzo de curvaturas. La vida es caminar, detenerse, pero no volver atrás. Me dan ganas a veces de quedarme donde estoy, y dejar que la vida transcurra como si no pasara por mi. Verlo pasar todo menos yo. Que ironía, o que melancolía, sucede que los sentimientos no son mas que el pensamiento de un momento. He visto llorar al niño con tanta fuerza por perder su juguete como el hombre que pierde a la mujer de su vida. Es todo una cuestión de sentimientos, de momentos, de maneras de afrontar las cosas, de tiempo. A veces tengo ganas de que termine esta carrera de fondo, pero sé que no me gustaría llegar nunca a la meta. Me gustaría saber que pasa al final, pero no quiero que termine.
...es esa rara sensación de introducirte en submundos sin terminar de conocer ninguno, al menos me queda esa sensación. De ser nuevo en todos los espacios, de soportar a los poetas de la vida, a los eruditos que te cobran por escuchar lecciones rancias que no quieres oír, de locos que se creen doctores. Va llegando el momento de decidir, de apostar por alguno de ellos, o quizás deba seguir vagando, deambulando por los micromundos. Me gusta conocer, pero voy odiando la naturaleza humana, y me temo que no es nada bueno.
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