No quiero ser cárcel ni de mis sueños. A veces quiero detenerlo todo de manera inútil, pero es imposible en esta vida. Esta obsesión intrusa que vive en nuestras mentes hipotecadas de cerrarlo todo para hacerlo nuestro, esa obsesión compulsivamente humana de agotar las libertades ajenas para hacerlas posesiones. Vivimos prisioneros de nuestra propia avaricia. "No quiero ser tu cárcel, eso nunca". Lo decía hábilmente el maestro García. Tampoco quiero serlo de las pequeñas cosas de la vida, ni tan siquiera de los sueños,que deben tener las llaves de mi casa-, o simplemente pasar porque la puerta esté siempre abierta.
Me pregunto si será necesario parcelarlo todo, vivir entre rejas y ser prisionero de la propia codicia. Tal vez nos daremos cuenta demasiado tarde, pero no es más que la esclavitud de nuestro propio egoísmo, del celoso afán de abarcar todo lo que tus brazos puedan rodear para dar cerrojazos en los rincones. Estoy cansado de las jaulas y los barrotes de acero que me rodean, de los corsés, y las ataduras, de los aros circulares de acero que rodean mis muñecas, porque no hay más libertad que la de la mente, todo lo demás está preso, de la vida, del mundo, o incluso de lo que pienses. Nada es suficientemente libre para olvidar, nada es suficientemente libre para huir, nada es tan libre como el pensamiento para escapar de las ataduras de este mundo espeso y acotado, de este espacio cuadriculado de parcelas con dueño y vallas de algodón que lo rodean todo. No quiero ser tu cárcel, eso nunca. Quiero que seas tan libre como lo soy yo cuando estoy contigo, no quiero dependencias ni esclavitudes, no quiero más que besos que me hagan volver y hagan que vuelvas, no quiero más que recuerdos que me lleven a todas partes, no quiero más que sueños que me abracen, y libertades, caminos vírgenes y arena sin pasos que algún viento borre. Cielos sin nubes que nada indiquen, lunas sin norte, y vidas, muchas vidas que estén abiertas cuando a sus puertas lleguen los sueños disfrazados de libertades, las ideas vestidas de blanco, y desaparezcan las llaves, y las paredes y los colores que hagan distintos los espacios, que solo se vean los contrastes, y que el blanco y el negro existan en el mismo lado. Que haya sombras rectas y no circulares. Ni polígonos, ni verdades, que no existan barreras inrodeables. No quiero cárceles, eso nunca, porque no creo en ellas, ni tan siquiera con puertas abiertas.
1 comentario:
Qué precioso es lo que has escrito, me ha emocionado muchísimo! Yo tampoco quiero cárceles, sueño con eso, porque mis sueños, como dices, son libres!
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