Cuando atardece no lo hace sobre ti, ni sobre tu dorada plenitud, ni tan siquiera sobre tu ocaso. Cuando atardece mece tu luz la caracola que mansa llega a las manos de la guitarra. Aquella que rasga en la arena humedecida estrofas de sal que dibujan tu nombre al chasquido de su rotura. Cuando atardece solo el alarido inconformista de las gaviotas que elevan el telón despierta la noche.
Anaranjada, con tu piel enrojecida de un sol quebradizo que moribundo escapa de tu mirada, somnolienta. Fresca como el aroma de tu puerto y fría como la exhalación de un vagabundo junto a las redes andrajosas.
Cuando atardece con la cobriza insistencia de cada día, se riegan tus calles de silencio, se escuchan las voces del mar, el eco de las gargantas de mis marineros, redobla el cabo de la mayor en el mástil a quien no puede izar el amor por golpes de aquel destino.
Cuando atardece en cada palmo de tu isla, caprichosa y sagaz toman forma las mañanas, ablanda su alcoba la luna, que descansa cada noche, en tus brazos mi Isla Cristina.
2 comentarios:
Qué bonitas palabras salidas del corazón para una pequeña población "tu Isla Cristina"
Muchas felicidades para estas Navidades que ye tenemos en puerta.
Besitos
Querido Miguel, aquí está la prueba (una vez más) de que no soy yo el único que escribe más o menos bien...
Un fuerte abrazo.
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