Mientras unos duermen, otros sueñan, mientras el tiempo se
acorrala en el piso de arriba, vuelan las horas. Siempre el tiempo, con su
perfil acristalado y cortante, su tenue luz y su paso inesperado por alguna
víscera a la que deja herida, aturdida y maltrecha.
Mientras unos duermen, otros sueñan, y los cristales
vaporizan el agua y vierten su liquidez,
como lágrimas al amanecer el día que se
acuerdan tanto de ti casi como yo. Mientras unos duermen, otros sueñan, como lo
han hecho siempre, con tu ausencia, con un letargo adormilado en el perfume de
una esencia inolvidable adherida a la inmortalidad.
Mientras unos duermen, otros sueñan, a la intemperie de un
corazón maltrecho y abatido en su propia condena, en su nostalgia amarga y su atrepsia emocional, su ineptitud vocálica y sus horas sin versos, sin caricias, sin
miradas.
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