Porque los momentos en la vida no se eligen, porque amanece sin pedir permiso y muere el sol en el ocaso sin permitir el suspiro de un solo rayo. Porque no puedo detener el segundero por más que mis manos resbalan en el minarete catedralicio, porque se turban pensamientos los recuerdos y sueños los deseos. Por todo ello, tenía que encontrarte aquella tarde, alunizando en mi tarde de domingo, agonizando pensamientos en el asfalto sediento de crepúsculo dominguero. Te cruzaste como un exhalación irónica que me despertó del letargo anodino en el que me sumergía. Al detenerme tu respiración agónica y tu expiración latente me golpeaba el corazón con lamentos lacónicos que me enternecían. Nunca pensé que llegara este momento, o al menos no lo imaginé así. Tuve la sensación de que soñaba mientras me mirabas clavando tus pupilas donde duerme mis más nobles sentimientos, sonrojando mi vergüenza y llamando al rincón donde anida el alma del pobre. Tu sedienta desesperanza, tu cansada melancolía y el rubor agonizante de tu voz me derrumbaba. Necesitaba darte un respiro, un suspiro de vida que clamabas con piedad. Es justo, es humano y es animal acogerte, recogerte de aquel asfalto sudoroso, de aquella tierra oxidada y polvorienta que dormía en tus pies a cada paso. Hoy me haces feliz con tu mirada, con tus gestos, tu sonrisa y tus palabras,- esas que dicen tus ojos a tu manera-. Abril, como el mes donde duermen los sueños de las princesas, de ojos dulces y armónicos, de mirada cómplice y aterciopelada. Has llenado mis tardes de paseos interminables, de juegos y de una alegría que me devuelve la vida que recuperas a pedazos en el rincón de mi casa. Si encontrara una sola persona humana que supiera ser como tu seguramente habría perdido toda mi vida rastreando, y aún así no sería tan dulce como tú. Recuerdo con alegría ese cuatro de mayo porque mis sueños encontraron tus deseos y di vueltas a todo, para coger de nuevo el diario y reconocer a página abierta que la dignidad, el amor, el respeto y la fidelidad, es el eufemismo del alma humana y la realidad del corazón animal.
Primer viernes de Cuaresma
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Primer viernes de Cuaresma, minutos antes de las siete de la tarde. Por
lontananza, recortaba la moderna silueta de las setas un atardecer
machadiano, ent...
Hace 1 año
1 comentario:
¡Qué cosita más linda! Dan ganas de darle un achuchón, no me extraña que se te enterneciera el corazón al verla. Además tiene pinta de ser muy buena..
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